El FMI y el BM imponen las reglas. Tú las pagas. Pero los BRICS están construyéndotelas otra salida
¿Por qué todo está tan caro? ¿Inflación o imposición extranjera?
¿Te has preguntado por qué el salario no alcanza, por qué suben los pasajes, por qué cada vez hay menos citas médicas, menos cupos en universidades públicas, más impuestos y más recortes? No es casualidad. No es solo culpa de “los políticos”. Tampoco es una tormenta pasajera. Detrás de muchas de esas decisiones que te exprimen día a día, hay nombres y apellidos: Fondo Monetario Internacional (FMI) y Banco Mundial (BM).
Cuando un país necesita recursos, cuando las cuentas no dan o llega una crisis, aparecen estas instituciones con un bolso lleno de dinero… y otro lleno de condiciones. No se trata solo de prestar, a cambio exigen que se recorte el gasto público, que se privaticen empresas en favor de aliados estratégicos de ellos, que se abran los mercados y dejemos de cultivar nuestros productos, que se suban los combustibles, que se reduzca el Estado. Y todo eso, para que sea viable pagar una deuda que no contrajiste tú, pero que tú terminas pagando con tu bolsillo, día tras día.
Tú que encuentras el mercado más caro cada semana y debes madrugar más para trabajar más y ganar lo mismo, ves cómo el país sigue igual o empeora. Se deteriora la salud pública, la educación y el transporte, a cambio de mantener el riego bajo para las calificadores internacionales, a cambio de ser obedientes y cumplir con las imposiciones que vienes desde afuera.
Esta arquitectura financiera internacional no es neutral ni técnica: es profundamente política, desigual y obsoleta. Y está en el corazón de muchas injusticias que enfrentas a diario.
Pero hay una noticia que puede cambiarlo todo: los BRICS están construyendo otra forma de hacer las cosas. Y esta vez, el Sur Global tiene voz propia.
Un nuevo mundo está naciendo, y esta vez no gira alrededor de Washington.
Durante décadas, la arquitectura financiera internacional ha estado en manos de dos instituciones todopoderosas: el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial (BM). Diseñadas en los acuerdos de Bretton Woods al finalizar la Segunda Guerra Mundial, estas instituciones han funcionado como guardianas de una ortodoxia económica que ha empobrecido a naciones enteras y condicionado el desarrollo de América Latina, África y Asia a cambio de “rescates” financieros cargados de condiciones neoliberales. Hoy, ese orden está en jaque.
Los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) han decidido tomar otro camino. Y no solo con discursos: han construido las bases de una nueva arquitectura financiera internacional que podría reemplazar, o al menos equilibrar, el sistema imperante.
A continuación, explicamos los principales instrumentos que están dando forma a esta revolución financiera silenciosa pero imparable.
1. El Nuevo Banco de Desarrollo (NDB): crédito sin chantajes
Creado en 2014, el Nuevo Banco de Desarrollo tiene su sede en Shanghái y busca financiar proyectos de infraestructura y desarrollo sostenible en los países BRICS y otras naciones del Sur Global. A diferencia del FMI o el BM, el NDB no impone condicionalidades políticas ni exige reformas estructurales a cambio de financiamiento.
Su estructura refleja el equilibrio buscado: cada miembro fundador tiene el mismo poder de voto, evitando la hegemonía de un solo país. En 2021, el NDB abrió sus puertas a nuevos miembros como Egipto, Bangladesh y los Emiratos Árabes Unidos, y recientemente ha comenzado a otorgar créditos en monedas locales, una estrategia clave para evitar la dependencia del dólar.
2. BRICS Pay: pagos digitales sin Wall Street
Imagina un sistema de pagos internacionales que no dependa del SWIFT ni de bancos en Nueva York. Eso es BRICS Pay, una plataforma de pagos digitales que permitirá transacciones entre los países miembros utilizando monedas locales.
Aún en fase de prueba, BRICS Pay representa un paso gigantesco hacia la desdolarización del comercio internacional, facilitando que las naciones del Sur comercien entre sí sin necesidad de pasar por el sistema financiero occidental.
3. Fondo de Reserva Contingente (CRA): el anti-FMI
El CRA es una especie de escudo financiero compartido: un fondo de 100.000 millones de dólares que permite a los países BRICS enfrentar crisis de liquidez o ataques especulativos sin tener que recurrir al FMI.
China contribuye con la mayor parte (41.000 millones), seguida de Brasil, Rusia e India (18.000 millones cada uno) y Sudáfrica (5.000 millones). El acceso está pactado en proporciones justas y, lo más importante: no viene con recetas neoliberales ni privatizaciones forzadas.
4. Sistemas de pagos alternativos al SWIFT
China ha desarrollado el CIPS (Cross-Border Interbank Payment System) y Rusia el SPFS. Ambos sistemas buscan sustituir al sistema SWIFT, controlado por EE.UU. y Europa, que ha sido utilizado como arma de sanciones.
BRICS está trabajando para interconectar estos sistemas con BRICS Pay, dando lugar a una red financiera paralela que podría proteger a los países miembros de sanciones unilaterales.
5. Acuerdos en monedas locales
Cada vez más países BRICS están cerrando acuerdos bilaterales para comerciar en sus propias monedas. China y Rusia lideran esta tendencia, pero también lo hacen Brasil y Sudáfrica.
Esta práctica reduce la dependencia del dólar y mitiga los impactos de su volatilidad. Para América Latina, esto podría significar mayor soberanía comercial y nuevas alianzas que no pasen por Washington.
6. Moneda común BRICS: el proyecto futuro
En las últimas cumbres, los BRICS han discutido la creación de una moneda común o “unidad de cuenta BRICS” para facilitar el comercio interno. No reemplazaría a las monedas nacionales, pero funcionaría como una referencia común para transacciones y reservas.
Aunque aún es un proyecto en construcción, su sola discusión muestra la ambición de crear un sistema monetario multipolar.
¿Y por qué importa esto a América Latina?
Durante años, América Latina ha sido laboratorio de las políticas del FMI: devaluaciones, recortes sociales, privatizaciones. El resultado ha sido pobreza, desigualdad y una dependencia estructural del capital financiero internacional.
Los instrumentos de los BRICS no solo cuestionan ese orden: ofrecen alternativas reales. Un sistema financiero donde los países no sean tratados como alumnos desobedientes, sino como socios. Donde se valore la cooperación Sur-Sur, la igualdad soberana de los Estados y la libertad de definir modelos propios de desarrollo.
Un mensaje claro: otro orden financiero es posible
Los BRICS no prometen el paraíso, pero representan una grieta en el muro de la dominación financiera global. Están construyendo instituciones propias, con reglas distintas, y lo hacen desde una lógica multilateral, no imperial.
América Latina tiene aquí una oportunidad histórica: ser parte de un mundo multipolar, donde los pueblos no estén condenados a pagar con hambre las deudas de sus gobiernos. La arquitectura financiera internacional está cambiando. Y esta vez, podría cambiar a nuestro favor.